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Pocos procesos han cambiado tanto la vida cotidiana europea como el auge de la cultura de masas que se iniciara hacia 1850. Pero el entretenimiento popular no ha conquistado el tiempo libre de manera pacífica. Su éxito conmocionó las jerarquías culturales y tuvo que superar barreras sociales. Venciendo una tenaz resistencia, las despreciadas diversiones de la clase baja se han convertido en cultura básica de las sociedades de las democracias de masas. Los poderosos han llegado a cortejarlas y se han ganado el respeto incluso de la crítica exigente. En consecuencia, la historia de la cultura de masas es una historia de engaños y de autoengaño, de opresión y creatividad, de esperanzas utópicas y lamentables adaptaciones.
Kaspar Maase expone en su libro cómo las artes populares se han convertido en artículos de primera necesidad de las sociedades basadas en el rendimiento. Sigue en él las polémicas que han acompañado el ascenso de la cultura de masas y, al hacerlo, reconstruye una importante dimensión de la historia social de Europa.