Del mismo modo en que desde la ecología política se ha realizado un trabajo político-discursivo para abandonar la atracción simbólica generada desde la idea de desarrollo, en la actualidad se precisan otros discursos que permitan desdecirnos de la seguridad.
Las razones son evidentes ya que la seguridad viene cargada con un proyecto político-económico-simbólico-jurídico que no precisa ser reproducido, de ninguna de las maneras, a modo de una verdad incuestionable convertida en una evidencia neutral y aséptica. De la seguridad hay que hablar para mostrar los entresijos de ese proyecto, para nombrar lo que (nos) hace, para exponer los modos en los que se imbrica con toda esa trama de supuestas amenazas preexistentes que no deja de (re)producir en su ejercicio; hay que hablar para evidenciar lo que esconde, para salirse de ese horizonte discursivo, para narrar(nos) con otras ideas, otros conceptos, otros sentidos.
Metropolice. Seguridad y policía en la ciudad neoliberal